Antecedentes

Cúpula de la iglesia del Monasterio (fotografía del autor)
Teniendo en cuenta que la bibliografía sobre el Monasterio de El Escorial es enormemente extensa y variada, la ebanistería puede considerarse un tema poco estudiado. Existen ciertamente una serie de publicaciones que se refieren a estos muebles, pero con la excepción de los trabajos realizados por uno de los miembros del equipo (Paz Aguiló), son en general extremadamente breves, pasando por alto algunas de ellas conjuntos tan importantes como, por ejemplo, la sillería del coro (Feduchi).

En efecto, excepto los trabajos de Paz Aguiló, deben considerarse prácticamente anécdoticas o simplemente exploratorias las referencias bibliográficas a muebles y otros objetos elaborados en madera del Monasterio. Se da el caso de autores como Rosemarie Mulcahy que, habiendo dedicado una monografía completa a la decoración de la iglesia, pasan por alto un conjunto tan importante como la sillería del coro o el facistol.

Como en tantas otras cuestiones referentes al Monasterio, también en el caso de los muebles es necesario recurrir a la obra de fray José de Sigüenza, La fundación del monasterio del Escorial, publicada por primera vez en 1605. El rico conjunto de ebanistería no escapó a la minuciosa pluma del principal cronista de la obra de San Lorenzo. Como afirmó Selina Blasco Castiñeyra en su tesis doctoral leída en 1999 (sobre la descripción del padre Sigüenza), la obra de Sigüenza es la “fuente fundamental para el conocimiento de este edificio, referencia inevitable y punto de partida de todos los estudios que lo abordan”. Esto es así también en el caso de la ebanistería, ya que, por ejemplo, refiriéndose a los estantes de la librería (págs. 378-380 de la edición de 1927), en un párrafo que después recogerán casi todos los autores hasta la actualidad, Sigüenza menciona la riqueza y la variedad de las maderas empleadas:

«[…] la materia y madera de que están hechos estos estantes es toda preciosa: la más ordinaria, nogal; las demás traídas de las Indias, caoba de dos suertes, que llaman macho y hembra, de color de brasil, algo menos encendido. Ácana de color obscuro, algo más noble y encendido, digamos como de sangre cubierta. Ébano, cedro, narajo, terebinto […]».

El autor de La fundación del monasterio del Escorial describe asimismo otras piezas de la librería que desaparecieron en el incendio de 1671 (págs. 406-408), las sillas del coro (págs. 439-441), con una cierta interpretación de los órdenes, el facistol (págs. 442-443), los órganos (447-449), donde detecta la correspondencia entre su diseño y el de la fachada de la iglesia, la librería del coro (págs. 452) y los cajones de la sacristía (págs. 478-479).

Se comprueba fácilmente que otras descripciones posteriores del Monasterio siguen casi literalmente a Sigüenza, por ejemplo la del padre Andrés Jiménez, de 1764, como puede comprobarse en el párrafo referente a las maderas utilizadas para los estantes de la librería:

«La materia es de maderas preciosas de España, y de las Indias; caovas de muchas suertes, acana, évano, cedro, naranjo, terebinto y nogal …» (págs. 186-188 de la edición original).

Según Porreño, "f117rEn los pinares de Cuenca, Balsaín, Quexigal, y las Navas, siempre resonavan los golpes de las segares, con que derribavan, y labravan pinos altíssimos: en las Indias se cortava el évano, cedro, ácana, caoba, Guayacán, granadillo. En los montes de Toledo, y Cuenca, Cornicabra: en los Pirineos el box: en la Alcarria los nogales".

El padre Jiménez se refiere también al coro (págs. 224-229), donde se empleó “nogal […] caoba de dos suertes, cedro, box, ébano y terebinto); añade detalles interesantes como la referencia a la silla utilizada por Felipe II, en el ángulo del lado derecho de las sillas altas; menciona también los cajones de la sacristía (págs. 310-311).

Un resumen muy rápido de los documentos estudiados por Paz Aguiló indican que los armarios y las cajoneras de la sacristía fueron contratados por Juan Serrano y Antón Germán en febrero de 1575; los cajones, de nogal y pino de Cuenca de siete pies cada uno. En 1588, Flecha y Serrano realizaron dos cuerpos de cajones a base de caoba, ácana y boj.

En cuanto a las sillerías de coro, se contrató la sillería del coro de la Iglesia de Prestado en junio de 1569 por Rafel de León y Juan Serrano. De la sillería de la Iglesia Nueva tenemos multitud de datos, sin duda por la importancia que el coro tuvo en la vida del Monasterio. Ya Rotondo adjudicó su autoría a Herrera y Flecha, comenzando las consultas para su ejecución en 1576 ó 1577. Flecha realizó en mayo de 1578 dos sillas de nogal que sirvieron como modelo, y que fueron llevadas a Badajoz para que el Rey, entonces ocupado en la campaña de Portugal, aprobara su diseño. La obra tardó cinco años en completarse.

El monumento de Semana Santa, hoy desaparecido, se reconstruyó a escala 1:2 según la hipótesis (con planos de detalle) del arquitecto Ramón Andrada González-Parrado, a partir de los restos originales conservados de dos fustes de columna y un arquitrabe.

Como afirmó Agustín Bustamante García en un artículo publicado en 1993 en Cuadernos de Arte e Iconografía, el crecimiento constante de la Real Biblioteca hizo necesario disponer de estanterías. Durante el tiempo que la Librería estuvo encima de la Iglesia Vieja, hubo una actividad dispersa en la realización de este mobiliario, realizando los carpinteros Pedro Mayor y Antón Germán entre agosto de 1584 y enero de 1586 todas las estanterías de la biblioteca de prestado.

La primera referencia a trabajos de ebanistería para la gran sala de la Biblioteca aparece en un documento de pago de abril de 1588. En 1589 se dieron las trazas para la ejecución de las estanterías. En ello se siguió el mismo procedimiento que con la sillería de coro. Jusepe Flecha y Juan Serrano, por una parte, y Antón Germán, Pedro Mayor y Martín de Gamboa, contrataron en marzo de 1589 la ejecución de las librerías, siguiendo seguramente trazas de Juan de Herrera.

La puerta que comunica la Biblioteca con el Convento se hizo dos veces con traza de Francisco de Mora. La ejecutó Martín de Gamboa entre el 19 de abril de 1597 y el 4 de marzo de 1598. Hubo unos estantes de la Librería Alta, que serían iguales que las de la Baja o Principal, pero de pino y castaño, que desaparecieron en el incendio que sufrió el Monasterio en 1671.

Aparte de estos notables conjuntos de muebles, hay cinco puertas de marquetería, que también fueron estudiadas por Paz Aguiló en 1987, la más importante de las cuales es la que da entrada a la Galería del Mediodía desde el Salón de Embajadores, fechada en 1567. Cabe pensar que estas puertas, tres de ellas donadas al Monasterio por Felipe II entre 1571 Y 1574, pudieron influir en el diseño de la sillería del coro, o más bien en los estantes de la Biblioteca. Aunque en los muebles predomina el “estilo desornamentado” propio de Herrera.

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